viernes, 3 de mayo de 2019

La Cruz del Macomaco y su morocha del Hoyito.

                                                


Hablar de la Cruz del Macomaco en San Diego de Alcalá es fácil, pues siempre ha estado a la vista de todos en el valle, lo difícil es precisar ¿el por qué? y ¿desde cuándo esta allí?, así hoy se especula pues son varias las versiones sobre la poderosa razón que motivase el hecho de colocar la Cruz en la cubre del Macomaco. Preciso a manera de inicio, que el Macomaco es la cumbre más alta de la serranía que pone limite al Valle de San Diego en dirección al Este geográfico, separando San Diego por un extremo de Quebrada Honda y Yagua, y por el otro extremo de los Guayos. Comentan los estudiosos que en lengua de los originarios, el término “Maco” significa alto, por ende Macomaco es; alto alto, doble alto o, más lógico en este caso “el más alto”.

Lo cierto es que desde siempre este “pico e’ cerro” marcó en mucho la cultura de los sandieganos, todavía hoy aun siendo invierno si este no se encapota no llueve. Antes hubo un tiempo donde subir y bajar el Macomaco era un acto de turismo y recreación muy valorado, incluso había quien subía y bajaba dos veces el mismo día, mientras se degustaba un buen aguardiente solo para humedecer los labios, dado los riesgos propios del ascenso y descenso. Y así se iban generalmente en partidas que podían ser de 3 a 15 compañeros superando el camino del otro lado del rio, pasando el cruce del “Majaguyal” a la derecha, el “Callejón de los pavos” a la izquierda y luego dejando a la derecha también el saque de arcilla del “Ororal”, pasando el sector “el trastorno” este camino se terminaba en las horquetas morochas que remataban la cerca de la sabana, hoy en día este espacio es conocido como “Mini Granjas las Morochas”, en alusión al par de horquetas antes mencionada, de allí la gente se enfilaba vía la “Cebadilla”, superando “la quebrada de las tablas” y “quebra de agua” dejando al lado derecho a “Cerrito redondo” ya entrando en la pendiente para buscar la fila de cerro que zanqueando quebradas y piedras hasta llegar al “mira culo”, que es aun el tramo más empinado y peligroso por esta vía, con tampoco tan poco espacio que obligaba a subir y bajar de espaldas a la pared del cerro o, en cuatro patas dando origen al nombre al paso del camino, de allí a la fila del cerro nuevamente y ya se estaba en la cumbre del Macomaco, desde donde se divisa con claridad todo el valle poblado de San Diego, los Guayos, Guacara, incluso si las nubes lo permiten parte del Lago de Valencia, suponiendo esta vista parte de la recompensa por el esfuerzo, pero al llegar todos eran recibidos por la Santa Cruz con sus brazos siempre abiertos amorosamente, para quienes en devoción se arrodillaban y se persignaban.

Si hoy por hoy, todos quienes tienen superan 7 décadas de memoria, afirman que la Cruz siempre ha estado allí. En un tiempo la Cruz fue de madera pintada de blanco, en otro tiempo madera revestida con morocotas de plata, hecho que marco un penoso accidente que costó dos vidas, evento que posiblemente se detalle en otro momento; luego las cruces han sido de perfiles metálicos de bajo calibre, hasta de tubo estructural, no siendo más valiosa una que otra, ni menos hermosa, ni menos significativa; la cruz del Macomaco ha superado sabotajes, actos de vandalismos y excesos de ocio por intentar darle nombre a la acción de desmontarla o dañarla de algunos de tiempo en tiempo. Lo cierto es que no son pocas las generaciones de sandieganos que han crecido, siendo supervisados de manera silenciosa por la cruz del Macomaco.

Muchos cuentan igualmente que en la época cuando la agricultura ocupaba la mayor parte del tiempo de los sandieganos, todas las haciendas: Monte Mayor, Monteserino, la Cumaca, La Cara cara entre otras, veneraban a la cruz en sus plazas principales de manera especial en su día el 3 de Mayo, pues este día marcaba la entrada de las esperadas lluvias para dar inicio al ciclo de siembra de invierno. En las haciendas y casas las cruces eran revestidas con hojas de mango, con hojas de maíz, con papel de seda de muchos colores o simplemente pintada de blanco; pero siempre muy bien adornada con palmas y flores de todo tipo y de todo color, esto porque luego del velorio de Cruz, la misma debía asistir a un baile en el cielo con las otras cruces; el velorio suponía un rezo, es decir, se entonaba el Santo Rosario dedicado a la Cruz de manera solemne entre hombres y mujeres en acción de agradecer por la vida, por la salud y por la abundancia de las cosechas, luego se daba paso a una fiesta para toda la gente del lugar, con comida para todos; dulces criollos y juegos para los niños, dulce de lechosa, jalea de mango, majarete, chicha, carato, carrera de sacos, huevo en cuchara, ponle la cola al burro, carrera de cintas, competencias de perinolas, gurrufios,metras y trompos, entre otros y para los adultos, no faltaba un buen aguardiente con música de cuatros, guitarras y maracas, pero en la música el momento más esperado era hacer sonar el cumaco, con los versos sueltos improvisados y con versos en contrapunteo, algunos velorios se prolongaban 2 y hasta 3 días, pues se alternaba con bolas criollas, domino, barajas, el zorro y las gallinas que eran los entretenimientos de la época para lo adultos con hervidos de gallina y de res, con hallaquitas y arepas de chicharrón y totumas de asadura y carne de cerdo principalmente, de cuando en cuando se hacía reventar un poco de carburo en una guafa de bambú, para reconvocar a la multitud si había más música y más comida, así se compartía de manera armoniosa, sin pleitos ni faltas de respeto en un ambiente familiar eso sí, si el jolgorio era de 2 días eran dos rezos y si eran 3 días , pues debía resarce los tres días de manera previa a la fiesta para no desvirtuar, ofender o relegar el acto principal de veneración.

Así de la Cruz del Macomaco, el ¿desde cuándo? es impreciso a mis medios y el ¡¿por qué?, es altamente especulativo:
Unos dicen con cierta lógica, que como predominaba la agricultura y el día de la cruz comenzaban la lluvia, era un acto de agradecimiento y veneración en un obvio sincretismo, mágico religioso.

Otros dicen que alguien en algún momento se enfermó de gravedad y ofreció una promesa a la Santa Cruz, y cumplir luego de curarse, pagar la promesa suponía colocar la Cruz en el pico el cerro.
Hay quienes dicen que entrando en aceptación de la fe cristiana, como parte de las creencias de aquel entonces, se vio pasar una raya de candela en cielo, (la historia especula que era el cometa Haley en una de sus visitas) y que para que no se quemara el mundo había que protegerlas cumbres con la cruz.

Pero mi justificación favorita, sin negar ninguna de las anteriores, es un recuerdo propio de lo que me contó para algún momento, mi vecina Servidea Ibarra Q.E.P.D., siendo yo un chamo de unos 10 años del recuerdo destaco, las clinejas de cabello de Servidea tejidas diestramente por sus propias manos una sobre cada hombro para luego hacer con ambas un solo moño, quien sin retirar el cigarrillo de su boca, el cual fumaba con la candela pa`dentro me respondió con elocuencia, simpatía y ternura; “gua muchacho, eso fue hace tiempo cuando el pueblo no tenía iglesia, que un cura llego gracias a Dios, porque Mandinga colgaba una hamaca de la punta e`Mcomaco al Hoyito, (El Hoyito es otra serranía que cierra el valle en dirección norte del cual comentare en otro momento); y entonces se mecía sobre el pueblo y atormentaba a la gente. Aquel cura en misión subió esos cerros a poner las cruces para que el Diablo (por temor al signo de la cruz), no llegara más nunca a colgar su hamaca, y desde tiempo la gente en San Diego vive tranquila, con Dios y la Virgen y la protección de la Cruz”.

Servidea Ibarra  Q.E.P.D. , fue presentada el 26 Septiembre 
de 1.906 y contaba que recordaba este hecho también.





Luis Herrera.